La obra de Mario Opazo -que se ha caracterizado por sus referencias al mundo de la filosofía y al despliegue de una amplia gama de medios que van desde complejos artefactos hasta desbordantes instalaciones audiovisuales- esta vez propone una lectura mucho más simple, como una fábula narrada para niños. El artista se inspira en una idea central de Nietzsche en Así habló Zaratustra: “Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño”. En una mirada introspectiva a su obra, Opazo reflexiona sobre el tránsito de estas tres etapas en sus más de treinta años de producción artística: luego de haber sido perseverante y obediente camello –como artista emergente-, y luego decidido y ambicioso león –como artista distinguido y consagrado-, ahora se autorreconoce en el estadio espiritual del niño.
Con el inicio, el asombro y la curiosidad propia de esta nueva etapa, Opazo retorna a medios expresivos como el dibujo, el collage, la pintura y la escultura, que en sus manos ya no pueden ser llamados medios tradicionales sino curiosamente “nuevos medios”, en los que el oficio manual y el trabajo artesanal dan como resultado objetos en cuya aparente inocencia se hace referencia a las cosmogonías y tradiciones ancestrales del Sur. Por eso, el ADN político de su obra permanece, haciendo una reflexión sobre la identidad latinoamericana, sus problemáticas y afinidades culturales. Como retazos de sus experiencias, todas estas imágenes poéticas de la fauna, la mística y el paisaje americano que provienen de sus viajes por la Patagonia, los Andes o el Amazonas, se proponen como pistas para que sean incluso los niños quienes se involucren y descifren las preguntas críticas que propone esta exposición: ¿Qué identidades nos conforman? ¿Qué nos hace americanos? ¿Qué fábula somos?
Christian Padilla